Mi bicicleta está aparcada en el balcón. Es curioso, sin estrenar y ya con signos de óxido. La de la foto está con el cuello vencido. Aún no he salido a comprar el periódico y me gustaría acercarme a la FNAC a buscar un libro editado en 1997 y que probablemente no encuentre, pero es una buena excusa para dejar de llorar o para que se confundan humedades en este día de otoño lluvioso, largo y dominguero.